GUERRA DE LOS BARONES
Estas fueron dos conflictos armados que pusieron en pie de guerra a toda Inglaterra durante 5 años (1215-1217 y 1264-1267).
El rey de Inglaterra Juan I, que gobernaba desde 1199, había previsto una guerra contra Francia, para recuperar los territorios perdidos de Bretaña y Normandía, y mantener los territorios que controlaba en territorio galo, como Aquitania. La invasión, que se haría por dos frentes, estaba prevista para 1205, pero debido a la tensión con barones de Inglaterra, la campaña fue suspendida. En 1212 parecía todo dispuesto para emprender dicha invasión, pero nuevamente fue pospuesta por disturbios con los barones del reino. A esto se le sumó el ataque francés que dejó sin naves, y por tanto, son posibilidades para los ingleses para invadir el continente, que pasaron a ser los amenazados.
En el norte del Reino de Inglaterra, los barones seguían descontentos, y con el fracaso de la invasión a Francia de 1214, que terminó con derrota de Otón IV del Sacro Imperio en Bouvines, y la tregua favorable a Francia, se prepararon para luchar. En 1215 Juan intentó tranquilizar la situación, redactando la Carta Magna, pero para comienzos de ese año los barones se habían rebelado abiertamente y tomaron varias ciudades, entre ellas la capital Londres. La guerra civil había comenzado.
Tras tomar Londres y alguna otra urbe del reino, el ejército realista y el de los barones se encontraron en junio de 1215 cerca de Windsor para tratar una todavía posible paz, pero finalmente no hubo acuerdo. En los siguientes meses Juan y su ejército fueron retomando las plazas ahora en manos rebeldes, hasta que a comienzos del 1216 se enfrentó con el rey escocés, aliado de los Barones, Alejandro II, derrotándolo, recuperando el territorio del norte y avanzando incluso a Edimburgo.
Es en este momento en el que los barones deciden llamar al príncipe Luis de Francia, casa con la nieta de Enrique II, predecesor de Ricardo I, que a su vez, era predecesor de Juan I. Esto es, tenía un casus belli para entrar públicamente en guerra y reclamar el trono. Al principio se limitó a enviar un limitado contingente a Inglaterra para apoyar a los barones, pero en 1216 el mismo Luis desembarcó en Kent, al sureste de la isla, con un ejército de invasión. Viajó casi sin resistencia a Londres, donde fue recibido por sus partidarios más relevantes, mientras Juan se retiraba a la antigua capital de Winchester.
A finales de Julio, Luis y su ejército marcharon hacia el castillo de Dover, clave para la conquista de la isla, pero debido a la tardanza, la fortaleza estaba preparada para resistir un más que probable asedio.
La llegada de Luis al Castillo de Dover no hizo que los sitiados se rindieron, más bien lo contrario, pues resistieron tres meses hasta que Luis decidió retirarse a Londres en Octubre de 1216. Mientras, el rey Juan, que pasó el verano reagrupando sus tropas, murió enfermo en septiembre y lo sucedió su hijo de nueve años, Enrique III. Intentó buscar una reconciliación mediante una nueva Carta Magna, pero buena parte del reino seguía de parte del príncipe francés Luis. Las buenas decisiones del regente William Marshal hicieron que poco a poco, los barones rebeldes volvieran al bando realista, pues su enemigo, Juan I, había muerto, y su sucesor no tenía culpa de nada.
Luis, por otra parte, había sido excomulgado por el Papa, pero seguía tomando plazas inglesas, como los castillos de Hertford y Berkhamsted. Sin embargo, debido a la pérdida de apoyos, en especial de los de Kent, obligaron a que se retirase a Francia para reclutar más tropas, pero por el camino sufrió emboscadas que debilitaron seriamente su ejército. Para mayo de 1217 Luis había vuelto y puso nuevamente Dover bajo asedio. Poco después, mientras los franceses seguían ocupados en Dover, las fuerzas realistas reconquistaron el Castillo de Lincoln, bajo control de barones aliados de Luis. La situación empeoró aún más para Luis y sus aliados, pues su flota sufrió varias derrotas, que junto con la pérdida prácticamente total de los barones, le obligaron a renunciar a continuar con la guerra y firmar la paz en septiembre de 1217 dando por finalizada la Primera Guerra de los Barones, pero que no fue la última.
La muerte del rey inglés Juan I o Juan sin Tierra, y la paz firmada poco después, dejó a Inglaterra con un rey de nueve años y tres poderosos regentes, a cargo de un reino con numerosos problemas, entre los que destacaban la nueva amenaza galesa por el príncipe Llywelyn el Grande y una gran inestabilidad política. A la muerte de uno de los consejeros y partidarios más leales de Juan, primero, y Enrique después, William Marshall, uno de los tres nobles regentes, se desató la tormenta de acusaciones de traición entre los nuevos regentes.
La situación con respecto a los barones seguía tensa, y en 1225 exigieron al joven rey que promulgara nuevamente la Carta Magna, la cual no promulgó pues ya lo había hecho poco después de su coronación en 1216, pero sí que la confirmó, reduciendo el poder real. Hasta el 1231 no hubo demasiados incidentes políticos en Inglaterra, que se desataron ese año entre varias facciones políticas del reino. El hijo de William Marshal y líder de la facción de los barones, Richard Marshal, fue declarado traidor en agosto de 1233 al no asistir a la reunión con el rey por miedo a la traición de algún enemigo político y consejero de Enrique, como Des Roches.
La guerra civil de Richard Marshal había comenzado, en la que, apoyado por el príncipe galés Llywelyn y sus apoyos en Inglaterra, respondieron a los ataques sufridos por los ejércitos de Des Roches en las tierras de Richard. En 1234 Enrique accedió a proponer una paz con Richard, pero éste murió y su hermano menor, Gilbert, fue el encargado de aceptar el tratado. Este fue el último aviso de los barones ingleses antes del comienzo de la Segunda Guerra de los Barones tres décadas después.
Tras el breve conflicto entre Richard Marshal y los realistas en 1234, Enrique III de Inglaterra se centró en la política exterior, que resultó desastrosa. Para el año 1258 las arcas del reino estaban vacías y el Parlamento fue convocado para exigir mayores pagos a la corona, cosa a la que los barones, abanderados por Simon V de Montfort, se negaron. En cambio, propusieron las llamadas Provisiones de Oxford (1258), que, ejerciendo de constitución, recogía, entre otras leyes, la obligación de formar un consejo formado por 15 nobles que dirigirían el reino, a su vez dirigidos por el Parlamento. En resumen, el rey veía sus poderes muy reducidos. En un principio Enrique III aprobó estas leyes, pero al recibir la bula papal que le eximía del respeto a dichas leyes en 1261, las derogó y ambos bandos se prepararon para la inminente guerra civil.
El primer golpe lo dio la facción baronial, que en 1263 derrotó a los realistas en la batalla de Lewes y se hizo con el control de todo el sur del reino. Además, en dicha batalla, hizo prisioneros al hermano del rey (Ricardo), al hijo (Eduardo) y al propio rey Enrique. Esto, sin embargo, no supuso una victoria total, pues las reformas emprendidas por Monfort hicieron que sus partidarios sospecharan de sus intenciones. Estas sospechas se materializaron en la deserción del conde de Gloucester y sus tropas en 1265 y liberando al príncipe. Eduardo viajó a Francia, donde su madre (Leonor) se había refugiado con su hermana Margarita, esposa del rey Luis IX de Francia, quien le suministró tropas con las que partió nuevamente hacia Inglaterra.
Con este nuevo ejército, Eduardo se enfrentó a Montfort en la batalla de Evesham en 1265, derrotándolo y asesinándolo. Poco después, el bando baronial ofreció una paz y con el Edicto de Kenilworth terminó con la guerra y con la breve existencia del Parlamento, al igual que con las aspiraciones de los barones de Inglaterra.
Excelente artículo, ameno de leer, espero suban mas sobre está época y sus muchos conflictos
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