TIBERIO Y SUS CAMPAÑAS MILITARES
Pese a que estuvo un tiempo aislado por un exilio auto impuesto y que durante su posterior reinado decidió no intervenir en ninguna guerra, Tiberio (Tiberio Julio César) había sido un destacado general junto con Druso el Mayor y Germánico.
Él nunca había sido un heredero directo al trono hasta la muerte de los nietos de Augusto, Lucio y Cayo en quienes el Princeps había depositado todas sus esperanzas sucesorias. Fue enviado junto con su pariente Marco Claudio Marcelo a Hispania con apenas 17 años, esto es, en 25 a. C. Tras un año sirviendo como tribuno en alguna legión que participó en las Guerras Cántabras, se volvió a Roma a ocupar algún cargo civil.
En 21 a. C Augusto lo envió, con un cometido mucho mayor que el anterior, a Oriente. El ejército de Tiberio avanzó hacia Armenia, y los partos, el objetivo final de la campaña de Tiberio, prefiriendo no entrar en guerra con Roma en ese momento, decidió pactar una tregua. Gracias a esta, Augusto, y en especial Tiberio, lograron llevar de vuelta a Roma las águilas de las legiones derrotadas hacía ya 30 años al mando de Craso. Esto además de restablecer el honor de aquella generación y el del ejército y pueblo romano, suponía un gran impacto moral para los romanos, ya que no habían luchado y su mayor enemigo en el momento les devolvía algo tan preciado como las águilas. También se consiguió la devolución de los prisioneros romanos de la mencionada batalla, aunque 10.000 no pudieron volver puesto que llegaron fueron establecidos en guarniciones orientales muy próximas a China, donde algunos pudieron establecerse.
Pasó los años 17-16 a. C luchando en Germania al lado de Augusto y en 15 a. C lideró, junto con su hermano Druso, una ofensiva contra los pueblos germanos de los Alpes. Tras derrotar y someter la región, en 13 a. C fue enviado a la problemática provincia de Iliria y derrotó a los pueblos rebeldes sucesivamente hasta el año 10 a. C, durante la llamada Gran Revuelta Iliria. En 8 a. C fue enviado nuevamente a Germania a combatir a las tribus de más allá del Rin, a las que sometió en apenas un año.
Así, tras este destacado historial militar, decidió retirarse a Rodas unos años, quizá para aplacar los rumores que aseguraban que Tiberio sentía envidia de los nietos de Augusto, que se suponían que iban a sucederle (ambos murieron poco después sin sospechas fundadas de asesinato) y habían recibido muchos más honores y títulos que Tiberio aún siendo mucho más jóvenes que él. Es curioso que, pese a ser un general competente, comprendió la idea de Augusto de no expandir más las fronteras y dedicarse a defenderlo.
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