LAS GUERRAS MÉDICAS.
GUERRAS MÉDICAS
Autor desconocido.
ANTES DEL COMIENZO DE LA SEGUNDA REVUELTA JONIA.
LA REVUELTA DE CRESO.
Creso era un poderoso y rico rey de Lidia. Había accedido al trono el 560 a. C tras la muerte de su padre. Creso, a pesar de reinar un próspero reino, estaba preocupado por el avance y la rápida expansión persa. Persia estaba refinada bajo la dinastía aqueménida, los sucesores de Aquemenes. Durante el 560 a. C, en Persia reinaba Ciro II el Grande, que añadía con suma facilidad grandes territorios a su reino.
Está rápida expansión preocupaba e incomodaba a los reyes vecinos. Uno de estos era Creso. Pensaba, que si atacaba y derrota a los persas, dejarían tranquilo su reino y aceptarían su independencia. Con ese propósito viajó a Grecia continental para conocer la opinión de los Dioses. Envió emisarios a los principales oráculos, entre ellos Dodona, Siwa y Delfos. Mediante una prueba comprobó que el más acertado era el de Delfos, y por tanto viajó hasta el oráculo. Allí, la pitia le respondió que si se enfrentaba a los persas, un gran reino sería destruido. Creso, entendió que Persia caería y por tanto, declaró formalmente la guerra a Ciro.
Sin embargo, al cruzar el Halis, Creso divisó al ejército de Ciro en frente suyo. Al final de la batalla, el resultado era claro, los persas habían aplastado a los rebeldes. A pesar de todo Creso y su lo que quedaba de su ejército se retiró a Sardes, a unos 500 kms de distancia. En un caso normal, la guerra continuaría el verano siguiente, pero Ciro prefirió perseguir a los griegos. El ejército persa asedió Sardes y pronto cayó bajo su poder.
El rey Creso de Lidia aparece en lo alto de su pira funeraria tras ser condenado a muerte por Ciro el Grande. Ánfora ática de figuras rojas. Siglo V a.C. Museo del Louvre, París.
Después de que Ciro destruyera Sardes y comenzara su avance hacia las demás ciudades que habían prestado apoyo militar a la revuelta, algunos, como los focenses o los de Teos huyeron por mar. Estas ciudades se trasladaron a Córcega y Crimea respectivamente. Después de la muerte de Ciro, subió al trono Darío. Este rey conquistó la próspera isla de Samos, y aumentó la presión que ejercía sobre las ciudades jónicas, aumentando sus tributos, entre otras cosas. Según fuentes antiguas, en el 512 a. C, Darío atravesó el Bósforo, a la cabeza de un ejército de 700.000 soldados y 600 navíos,con objetivo el río Volga. Esta cifra es imposible. Ya citaré a Herodoto con sus 2.000.0000 de persas y 1200 navíos durante la invasión de Jerjes. Al igual que es posible que sean 1200 navíos con Jerjes, es posible que fueran 600 barcos con Darío, pero la cantidad de soldados, igual que en la invasión de Jerjes, es imposible. Persia no podría suministrar armas y alimentos a tantos hombres.
La flota navegó hacia el Ponto Euxino pero tuvo que retirarse por el constante hostigamiento de las tribus escitas. Al volver, varias ciudades como Bizancio se rebelaron contra Darío y este después, después de atravesar Tracia y llegar al Volga, volvió a Asia. En occidente dejó a su general Megabazos 80.000 y la doble misión de someter a los pueblos del Helesponto y penetrar en Peonia para consolidar la conquista de Tracia.
LA REVUELTA JÓNICA.
El general persa Megabazos conquistó Perinto, toda Tracia y sometió a vasallaje a Macedonia. Después de estas importantes victorias, Megabazos fue relevado por Otanes, quien sometió Bizancio, Calcedonia, Antandro, Lamponion y las isla de Lemnos e Imbros. En Susa, una de las capitales del imperio, el antiguo tirano Hipias de Atenas pedía a Darío la conquista de Grecia.
El tirano Aristágoras de Mileto y el sátrapa persa Artafernes llevaron a cabo una misión conjunta con el objetivo de conquistar la isla de Naxos. Pero terminó en fracaso y Aristágoras, en vez de rendir cuentas a Darío, prefirió aumentar el odio de las ciudades griegas de Asia Menor hacia Persia hasta el punto de la revuelta. El descontento griego se debía principalmente a dos razones. La campaña anterior contra Escitia había deteriorado su comercio con las tribus. Y, muchas ciudades griegas con las que comerciaban habían sido ocupadas, como Naucratis en Egipto.
La revuelta parecía posible únicamente si se conseguía apoyo militar de sus compatriotas occidentales. Aristágoras visitó primero Esparta. Allí a punto estuvo de conseguir el favor espartano, pero la distancia entre Esparta y la capital persa acabó con una negativa. (recordemos la reticencia de los Espartanos por sacar ejércitos fuera del Peloponeso). A pesar de esta negativa Aristágoras consiguió el apoyo de Atenas y Eretria. La principal razón de la unión de Atenas era que necesitaba un constante suministro de grano procedente de más allá de Bizancio y si Persia lo dominaba, Atenas pasaría hambre. Según Heródoto, Atenas, que todavía no era la potencia naval que fue en el futuro, aportó 20 naves.
El primer ataque griego se produjo en la capital de Lidia, Sardes, el 498 a. C. Los rebeldes no pudieron con la acrópolis, donde se refugió la guarnición superviviente. Después de esta victoria, se sumaron otras ciudades de la Prepóntide y del Bósforo, los licios, los carios y los chipriotas al movimiento. Gracias a esto, consiguieron aislar la provincia de Tracia.
FINAL DE LA REVUELTA JÓNICA Y COMIENZO DE LA GUERRA.
Después de la pérdida de Sardes en el 498 a. C, los persas la comenzaron a tomarse en serio la revuelta. En el 496 a. C habían tomado Chipre y avanzaron por el Helesponto y Caria, encerrando cada vez más Mileto, foco de los rebeldes. Por este motivo, las nueve ciudades griegas que todavía quedaban en la alianza decidieron jugárselo todo en una batalla. Juntaron sus flotas, en total unos 353, y se desplazaron hasta la Isla de Lade, cercana a Mileto. Allí se enfrentaron a las escuadras persas. Los griegos acabaron derrotados en el 495 a. C y los persas destruyeron Mileto. De este modo, conquistada y pacificada la costa jonia , los persas ahora se hallaban únicamente separados de Grecia continental por un estrecho mar. A partir de este momento dos reyes persas se atrevieron a cruzar la frontera y enfrentarse a los griegos.
Una de las motivaciones de Darío para invadir Grecia era el apoyo prestado por Atenas a la causa rebelde. Pero no era la única, ya que consideraba Grecia un salto hacia Tracia y el norte y después, Italia. Darío, con la intención de afianzar su dominio sobre tracia, mandó a su yerno Mardonio a Cilicia en el 492 a. C. Mientras Mardonio y la flota avanzaban por mar, las tropas terrestres se dirigían a pie hacia el Helesponto. Los frigios que habitaban Macedonia hicieron sufrir al ejército terrestre y la flota no iba mucho mejor. Habían tomado Tasos, pero un temporal acabó con suficientes naves como para posponer la real intención (según Heródoto), atacar la Hélade.
LA PRIMERA GUERRA MÉDICA.
Después de que una tormenta diezmara la flota persa dirigida por Mardonio y la invasión a la Hélade fuera aplazada, Darío envió embajadores a Grecia (491 a. C) para exigir la sumisión de las polis con la célebre "Tierra y Agua". Numerosas ciudades aceptaron, otra rechazaron y sólo Atenas y Esparta asesinaron a los emisarios. Mientras tanto, el Gran Rey estaba planificando la invasión en la costa de Cilicia.
En año siguiente una flota persa de unos 25.000 hombres de infantería y caballería al mando de Datis y Artafernes, sobrino de Darío, partió hacia Grecia. En esta flota se hallaba el antiguo tirano de Atenas e instigador del ataque, Hipias. Los persas fueron sometiendo una a una las ciudades que se encontraban a su paso, como Delos, Naxos y Eretria. Los atenienses esperaban a los invasores en el Puerto del Faleron pero los persas , seguramente por consejo de Hipias, desembarcó en el llano de Maratón. Hay que recordar que el padre de Hipias, Pisístrato, había desembarcado allí cuando se dirigía a Atenas para recuperar su trono como tirano. Quizá Hipias esperaba, tal y como se había hecho con su padre, que contingentes de soldados fueran a recibirle y a unirse a su ejército, pero no pasó.
El ateniense Milcíades consiguió convencer al polemarco Calímaco de salir al encuentro del ejército enemigo ya que Atenas no disponía ni de murallas y alimentos suficientes para resistir un largo asedio. A los 10.000 hoplitas atenienses se les unieron 1.000 de Platea, y juntos atacaron a los persas. A pesar de la derrota, Datis consiguió huir con parte de su ejército y tomó dirección a Atenas, con la intención de llegar antes que el ejército victorioso y conquistarla, ya que no habría guarnición. Pero los atenienses, con una rapidez impresionante, llegaron a Atenas antes que la flota enemiga y Datis se negó a atacar. Horas después, llegó el contingente de 2.000 hoplitas Espartanos. A pesar de llegar tarde, hay que reconocer el esfuerzo de Esparta de enviar ese número de tropas fuera del Peloponeso con su habitual reticencia a hacerlo.
Busto de Milcíades
DESPUÉS DE MARATÓN.
Después de la victoria de los Atenienses en Maratón la moral griega, sobretodo ateniense, aumentó de manera impresionante. Hacía un año estaban pensado en el fin del mundo y ahora habían derrotado a un numeroso ejército persa y le habían obligado a huir a Asia. Después de esta derrota, los persas se dieron cuenta de que con "pequeñas" incursiones no someterían Grecia.
Mílciades, sabiendo que los persas no se rendirían tan fácilmente, propuso una línea defensiva naval. Esta consistía en dominar las isla y tener una fuerte flota. Con el primer propósito los atenienses atacaron Paros, sometida a Persia, pero lo abandonaron tras cuatro meses de asedio. Milcíades, vencedor de Maratón, fue acusado de engañar al pueblo en el ataque a Paros y fue condenado a pagar una multa de 50 talentos y prisión. Con la muerte de Milcíades, se abrió un camino a un ambicioso político llamado Temístocles . Tras varias reformas en el 487 a. C, Temístocles consiguió en el 482 a. C que la asamblea votara a favor de construir una gran flota.
A pesar de estos avances, Atenas no consiguió muchos apoyos en su búsqueda de estados griegos para una defensa conjunta contra la amenaza persa. Embajadores de unas 30 ciudades (entre ellas Esparta) se reunieron en 481 en Corinto y acordaron una paz general en Grecia, autorización para el retorno de los desterrados y una amenaza a todo griego que se rindiera ante Persia : La destrucción total. Los Persas tardaron diez años desde la primera invasión a volver a Grecia. Los motivos fueron la revuelta de los egipcios en el 486,la muerte de Darío y la sucesión de Jerjes y las constantes revueltas de los babilonios. Una vez todo esta estuvo en orden, los ejércitos persas se dirijieron hacia la Hélade.
EL ESTALLIDO DE LA SEGUNDA GUERRA MÉDICA.
El año 480 a. C. un enorme ejército atravesó el Helesponto por dos puentes. Según Heródoto el ejército persa contaba con contingentes de más de 30 civilizaciones y contaba con 1.700.000 hombres , 80.000 jinetes y 20.000 camellos. Esta cifra es totalmente irreal. Sería imposible suministrar alimentos necesarios para tantos hombres y animales. Además, con tal ejército, Persia habría conquistado Grecia en un año. Otras cifras nos las ofrecen Eforo y Ctesias,que calculaban unos 800.000,más real, pero igualmente imposible. Según estudios e investigaciones modernas, se ha calculado un ejército de 100.000 hombres. Los suficientes como para que Grecia pudiera derrotarlos (comparando con las cifras de los demás) y que Heródoto, que no tenía experiencia militar, calculara tan mal los números.
Mientras el ejército de Jerjes avanzaba, las negociaciones entre los griegos de Siracusa y los del continente avanzaban. Siracusa prometió enviar una fuerte flota y un ejército, pero en el mismo año Cartago invadió Sicilia y Siracusa no pudo contribuir a la causa griega. Se sabe que hubo un pacto entre Cartago y Persia para que ambos ejércitos atacaran el mismo año para evitar posibles ayudas entre los griegos. En Corinto se había decidido enviar un cuerpo de 10.000 hoplitas (una cantidad considerable) a la frontera meridional de Tesalia para controlar el paso del Tempe, al sur del Olimpo. Así los griegos tenían una primera línea de defensa contra los persas que avanzaban desde Macedonia. La zona era húmeda y llena de árboles, por lo que los hoplitas no se veían fácilmente, pero decidieron abandonar la posición por la poca fiabilidad de los tesalios que se encontraban a sus espaldas. Los griegos en este momento decidieron enviar un pequeño contingente de unos 7.000 hoplitas al famoso estrecho de las Termópilas. La fuerza principal eran los 300 hoplitas, y guardia real del rey espartano Leónidas I, aunque además de esos 300 había unos 7.000 hoplitas más entre tespianos, Tebanos, focidios y locrios.
La flota de la coalición griega se hallaba en el cabo de Artemision, nominalmente dirigida por el espartano Euribíades y formalmente por el famoso ateniense Temístocles. El plan consistía en encerrar la flota persa en el estrecho entre Eubea y el continente.
Busto de Jerjes I.
SALAMINA Y PLATEA.
Batalla de Salamina, por Peter Dennis.
Los griegos colocaron las naves corintias frente a la tercera formación persa y simularon querer salir por el estrecho entre Salamina y Psitalea. De esta manera consiguieron que las naves persas se adentraran cada vez más en el estrecho, perdiendo así movilidad por el gran número de barcos. Los atenienses cerraron en paso entre Salamina y la isla Psitalea y sus 3.000 hoplitas aniquilaron la guarnición persa en la isla. Desde lo alto, Jerjes veía como su flota comenzaba a huir y por este motivo hizo retirar todas las naves hacia el Helesponto y después a Asia.
En Grecia quedó Mardonio en Tesalia con un ejército de tropas selectas, mientras Jerjes suprimía las revueltas de su reino. El ejército griego estaba al mando del sobrino de Leonidas I, Pausanias, y estaba compuesto por lacedemonios, aliados de la Liga del Peloponeso, atenienses y platenses. Los persas tenían un mayor número de tropas y de calidad de caballería, pero los griegos los superaban ampliamente con sus hoplitas.
En el 479 a. C se enfrentaron ambos ejércitos y según Heródoto, solo sobrevivieron 3.000 persas, incluso Mardonio murió. La victoria se debía sobre todo a Pausanias y sus espartanos , no de los demás griegos, pero que por supuesto contribuyeron en este triunfo. Después de esta batalla, los ánimos subieron tanto que los griegos atacaron y asediaron hasta la rendición a Tebas, que había luchado del bando invasor.
Batalla de Platea, por Peter Dennis.
LA OFENSIVA GRIEGA Y EL FINAL DE LA SEGUNDA GUERRA MÉDICA.
Con la victoria en Salamina, los griegos pudieron llevar la guerra a Asia Menor. En el 479 a. C. los Persas desmovilizaron gran parte de su flota, entre ellos los experimentados fenicios, y se refugiaron en la costa jónica. La escuadra griega al mando del espartano Leotíquidas hizo escala en Samos y después destruyó lo poco que quedaba de la flota persa en Mícala, en la costa. Mientras una parte del ejército incendiaba las naves, la otra derrotaba a los persas refugiados en las montañas.
Muchas ciudades jonias pidieron ser aceptadas en la liga Panhelénica, dirigida por Esparta. A propuesta de Atenas sólo se aceptaron las islas de Samos, Quíos y Lesbos. En cambio, los espartanos no garantizaban el futuro de las ciudades griegas de Asia y éstas firmaron tratados con Atenas buscando protección. Los del Atica aconsejaron atacar el mismo invierno del 479 a. C. para recuperar el Helesponto, pero cuando se estaban dirigiendo hacia allí, los espartanos y sus aliados del Peloponeso regresaron a sus patrias, ya que consideraban ajeno a sus intereses.
Sin embargo, Atenas prosiguió con el plan establecido y atacó Sesto. La ciudad cayó en la primavera del 478 a. C. ante las naves sitiadoras del general Jantipo. Con esta victoria se termina la segunda guerra médica y Atenas cumplía sus objetivos; dejar Grecia libre de persas y proteger sus rutas de abastecimiento procedentes del Bósforo.
TERCERA GUERRA MÉDICA.
En el 478 a. C volvía a estallar la guerra entre Grecia y Persia. Se dice que Temístocles, desterrado por su patria, huyó a la corte persa de Artajerjes I y le aconsejó una nueva invasión. Los atenienses, líderes por el abandono de Esparta, mandaron a Cimón, hijo de Milciades, continuar la guerra. En el 467 a. C. venció a los persas en la batalla del río Euridimonte, los expulsó de Tracia, se dirigió al Asia Menor, sublevó las ciudades helenas; venció y destruyó las fuerzas persas en 465 a C.
Después de esta victoria, Cimón demostró ser partidario de compartir hegemonía con Esparta y eso le valió el destierro por una propuesta de un tal Efialtes. Después del corto mandato de este último, Pericles asumió el mando y controló la política ateniense hasta prácticamente su muerte en el 429 a. C.
Pericles continúa la guerra contra Persia, en la que destacan dos decisiones que tomó, la primera la de solicitar a Cimón su vuelta del destierro y la segunda, la firma de un tratado de paz con Artajerjes I, el cual lo acepta, llamado Paz de Calias en el 448 a. C. que estipula ciertas condiciones para ambos pueblos y que es presidido por éste, razón por la que fue mandado de vuelta del exilio, aunque realmente está demostrado que fue presidido por Calias, ya que en el año del tratado, Cimón ya había muerto, por lo que se piensa fue realizado en su honor y recuerdo.
En el tratado se reconocía la independencia de las colonias helenas del Asia Menor, y la soberanía griega sobre el Mar Egeo. Las Guerras Médicas llegan a su fin mediante las condiciones impuestas por los griegos a los persas: desistir definitivamente en su conquista y expansión a Grecia y no volver a navegar por el mar Egeo.
Comentarios
Publicar un comentario