ENTREVISTA AL ESCRITOR J. SÁNCHEZ GRACIA Ir al contenido principal

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ENTREVISTA AL ESCRITOR J. SÁNCHEZ GRACIA

 ENTREVISTA AL ESCRITOR J. SÁNCHEZ GRACIA





1: Antes de nada. Habrá quienes no te conozcan. ¿Cómo te presentarías?

En primer lugar, gracias por tu interés y por querer hacer esta entrevista. ¿Cómo me presentaría? Es algo complicado porque hablar de uno mismo siempre es difícil. Soy licenciado en Filología Clásica, máster y Doctor en Ciencias de la Antigüedad por la Universidad de Zaragoza. Latinista por vocación (si bien mi director de tesis es Catedrático de Filología Griega); estudioso del Oriente pre-islámico; apasionado de los libros; escritor y profesor. Desde el 2017 he tenido la oportunidad de publicar 4 libros sobre el antiguo imperio persa, un tema no muy tratado pero, como pueden ver mis lectores, tremendamente interesante.


    2: Has publicado un total de 4 libros, 3 en español con HRM ediciones, y uno en inglés con la universidad de Siedlce. ¿De cuál estás más orgulloso?

    Un libro es como un hijo, decirle a un padre de cuál está más orgulloso es ponerlo en una difícil tesitura. Estos cuatro “hijos” tienen algo de especial. Imperios de las arenas fue el primero – por ello quiero dar las gracias al editor D. Ignacio Pasamar, que tuvo la osadía de confiar en mi para co-escribir dicho libro – y fue un libro bastante osado, pues hice una historia de la Persia Arsácida rey a rey, cuando de muchos de ellos apenas tenemos información. Trajano Partico fue escrito con el Dr. Kaveh Farrokh, quien es, a día de hoy, una de las mayores autoridades mundiales (yo diría que es el mayor experto) en la Historia de Persia en general y de la sasánida en particular. Yo usé sus obras durante la tesis y siempre lo he considerado un aguda autoridad sobre este mundo con unas publicaciones muy trabajadas y hechas desde múltiples perspectivas. Con el tiempo pude ponerme con contacto con él y así han salido varias publicaciones (en diversas revistas, aquí y también en Estados Unidos) juntos. Por ello, para mi fue un honor y un orgullo indescriptible que Kaveh quisiera participar en el proyecto de HRM de hacer un estudio sobre las relaciones entre Roma y Persia durante los Antoninos, prestando especial atención a la campaña militar de Trajano, de la que hay mucho mito y exageración. The siege of Amida publicado, como bien dices, en la Universidad de Siedlce (Polonia) y escrito junto con Farrokh y la Dra. Katarzyna Maksymiuk es un estudio sobre Amiano Marcelino y su descripción del asedio de Amida (359). Desde el 2010 trabajo sobre Amiano – de hecho, en mis ratos libres lo traduzco y anoto y tal vez de aquí a muchos años sea un trabajo publicable – así que poder publicar una obra sobre un autor que me gusta y que sea, además, en una Universidad extranjera junto a dos eruditos de la historia del Irán antiguo es una sensación única. El imperio romano en crisis última – por el momento – publicación tiene a su favor múltiples factores: he podido trabajar en profundidad sobre Amiano Marcelino, sobre los sasánidas (que supone mi dinastía persa preferida) y además lo he escrito en solitario. Así, pues, todos tienen motivos suficientes y sobrados para hacerme sentir orgulloso de ellos. Si bien he de decir que lo que más orgullo me produce es ver cómo el público, los lectores, los recomiendan y hablan bien de ellos. Eso sí que es algo único.

"Siege of Amida" por J.Sánchez y K. Farrokh


    3: Todos tus libros tienen alguna relación con Partia o la Persia Sasánida. ¿Cómo surgió ese interés por esas civilizaciones orientales?

    Mi interés por Oriente se inicia en el Máster de Ciencias de la Antigüedad. Para el TFM estuve buscando un tema que me gustase y barajé varias opciones con mi director – luego también director de tesis – el dr. Vela. Al final nos decantamos por hacer una investigación sobre la imagen que tenían los griegos y romanos del Imperio Persa. Al ser éste demasiado extenso, circunscribimos el análisis a la imagen que tenían de la provincia (satrapía / shahr) de Hircania (situada entre la cordillera del Elburz y el Mar Caspio). Eso nos llevó a trabajar sobre las fuentes clásicas, desde Esquilo hasta Claudio Claudiano, para ver cómo pensaban estos autores de los persas. Al hilo de esto, si queríamos concluir que su imagen era real o no de los persas, debíamos analizar con más detalle la realidad persa. Así, pues, hube de trabajar con numerosa bibliografía sobre este tema, que me enamoró y del que cada día estoy más contento de investigar, de leer y de trabajar. A ello hemos de sumar que en español hay muy poco publicado sobre el tema.


    4: ¿Qué crees que aportan tus ensayos al lector, ya sea aficionado o no?

    En primer lugar, espero que mis libros aporten “gozo” al lector; que disfrute con ellos, que sea una lectura agradable y ligera. Luego, por supuesto deseo que quien me lea, no sólo disfrute con su lectura, sino que también – si es posible – aprenda algo novedoso sobre ese mundo tan apasionante que es el del Irán antiguo. Todos los libros tienen aportes novedosos o interesantes. Así, pues, por ejemplo quien me lea podrá encontrar la apasionante e interesante vida de Vonones de Partia, una de las figuras a mi juicio más sugerentes de esa época o podrán leer información sobre la pila de Bagdad, un curioso artilugio, precursor de las modernas “pilas” empleado para galvanizar o por ejemplo hemos detallado todas las hipótesis sobre la muerte del emperador Juliano. Además, en la medida de lo posible he intentado rastrear las causas de muerte de los emperadores romanos sobre los que trabajo e incluso ofrezco, cuando la ocasión lo permite, alguna teoría a este respecto. Horacio dice que la función de la poesía es enseñar y agradar (docere et delectare) y eso es lo que yo quiero de mis libros, que enseñen algo, pero también que agraden a quienes lo lean. En última instancia quiero que supongan una introducción a la Persia pre-islámica, que quien me lea se quede con las ganas de querer saber más y pueda ya profundizar y continuar con otras lecturas.


    5: Respecto a tu última obra, El Imperio Romano en Crisis: 284-363, hablas sobre Juliano, el emperador que, además de llevar una infructuosa campaña a Persia, intentó restablecer el paganismo. ¿Qué opinas sobre él?

    Juliano es una figura trágica y apasionante. Su corta vida (falleció con 33 años) estuvo marcada por la desgracia desde que era pequeño y aunque se centró en el estudio de filosofía en sus actos vemos a un emperador muy humano, que carece de esa aura de “superhombre” que podemos ver en otros emperadores más famosos. Es, asimismo, una figura romántica; su intento de volver al paganismo estaba condenado al fracaso desde antes, incluso, de su inicio y, sin embargo, se esforzó con afán en volver a la religión anterior. El propio Amiano Marcelino – sin ninguna duda pagano – critica el desmedido politeísmo de Juliano. Era una figura excesiva y desmedida, por ejemplo, su primera medida como emperador es organizar un juicio farsa para quemar vivos a aquellos miembros de la Corte de Constancio que habían conspirado para matar a su hermano Galo. Cuando organiza su golpe de Estado se finge desconocedor del mismo, pero no engaña a nadie y sus actos le traicionan; sabemos que se muestra ansioso, dubitativo y nervioso, algo que lo hace muy humano, cercano a nosotros. Vemos que organiza un plan ambicioso y sus nervios le traicionan. Esta faceta, por otra parte completamente normal, es impensable en Augusto, Trajano o Justiniano y por eso nos resulta más próximo a nosotros. Por otro lado, ha sido un emperador protagonista de una abundante literatura. El hecho de que gran parte de las fuentes clásicas que nos hablen de él sean cristianas y hablen de él con demasiada parcialidad nos permite analizar cómo su imagen fue engrandecida – y demonizada – más allá de lo que realmente era. A mi juicio, Juliano es un personaje de la Historia realmente apasionante, del que se puede leer (y trabajar) mucho. Sus campañas militares en las Galias como César – que he analizado en este libro– merecen ser trabajadas, como ya dijo Drinkwater, con más detalle del que la tradición historiográfica le ha prestado hasta ahora. Sin ninguna duda, tenemos Juliano para rato.


6: ¿En qué momento decidiste ponerte a escribir?

    Escribir me ha gustado siempre. En el instituto participaba en todos los concursos de literatura que se hacían y escribía relatos de aventuras históricas. Un año incluso probé a componer poesía y escribí una lira, buscando la métrica y la rima, que me llevó mucho más tiempo que un relato. Con el tiempo escribí varias novelas – que nunca se publicarán – ambientadas en el Londres victoriano o relatos cortos, como un cuento que hice narrando aventuras de mi tatarabuelo en la Guerra de Cuba (en la de los Diez Años, no en la del 98). En ocasiones escribo mini relatos con algunos buenos amigos en las redes sociales. Así, pues, escribir me ha gustado desde adolescente. Siempre escribo todo a mano y luego lo paso a ordenador. Y a nivel profesional pues el primer artículo que escribí fue en el 2010 y era, mirabile dictu, de Historia Contemporánea, pues era sobre la batalla de Barbastro en la Primera Guerra Carlista (un tema, el del XIX español que siempre me ha gustado), luego ya llegó la especialización en Mundo Antiguo y en Oriente, época y territorio en el que me siento muy cómodo leyendo y escribiendo.


    7: Normalmente se suele glorificar a los bárbaros germanos y desprestigiar, o no tomar en cuenta, a partos y persas en cuanto a la "relación con Roma" ; ¿Cuál crees que es la causa? ¿Crees que la Persia Sasánida está siendo menospreciada y su papel en la historia, olvidado?

    La causa de glorificar a los bárbaros germanos es fácil: nosotros – los europeos – somo hijos de ellos, no de los persas. Francos, Anglos, Sajones, Alamanes, Lombardos, Visigodos, etc. están en el ADN europeo. Los alemanes del XIX erigieron numerosas estatuas a Arminio; los franceses sienten pasión por Vercingétorix – ahí está esa aldea de irreductibles galos – y los ingleses tienen a Boadicea. En Alemania entre Germánico y Arminio prefieren al segundo; se sienten más próximos al “bárbaro” germano que al militar romano, si bien la historia de esos pueblos bárbaros la conocemos gracias a los romanos (y griegos). Así, pues, curiosa paradoja, pues sin ellos no habría tal pasión por los “enemigos” de Roma. Es una cuestión de identidad – casi nacionalista – la que lleva a buscar una afinidad con los bárbaros germanos. Oriente cae muy lejos, en Hispania nunca hubo persas, germanos muchos. Tenemos historia germana, tenemos léxico germano, así, pues, los vemos con más simpatía. Los persas están desprestigiados por el hecho de estar lejos de nosotros. Eso hace que sus salvajadas (que fueron muchas) se condenen o exageren, mientras que las exacciones de los germanos queden más tamizadas. Ahora tenemos series televisivas de germanos o vikingos en las cuales se ofrece una imagen “amable” de éstos. Ciertamente, narran sus crueldades, pero las enmarcan dentro de un mundo cruel, por lo que se ofrece la imagen de que todos eran crueles pero estos “bárbaros del norte” tienen su hogar, con una familia querida, una granja bucólica, etc. De los persas, ¿Qué hay? ¿300? ya sea el cómic de Frank Miller o la homónima película, ambos son un despropósito: Jerjes convertido en una suerte de Drag Queen; Efialtes deforme; etcétera.

Representación del rey persa Jerjes en "300"

    ¿Podemos fiarnos de esa imagen? Evidentemente, no. Pero como no tenemos ningún vínculo con Persia no nos molestamos en entender su cultura – o en justificarla –. Se sigue viendo como real ese relato de Heródoto según el cual un juez corrupto aqueménida fue desollado vivo y con su piel se forró la silla en la cual se debía sentar su hijo. Amiano Marcelino (que es muy crítico con Heródoto) ya nos dice que eso era mentira o que, si había pasado, fue mucho tiempo atrás porque los persas de su época no eran así. Pero da igual, nos queremos creer a Heródoto y esa imagen de bárbaro cruel. Incluso sobre ésto nos encontramos cuadros en la Historia del Arte (“el despellejamiento de Sisamnes” de Gérard David, por ejemplo). Un acto cruel que un historiador romano dice que es mentira se sigue viendo como cierto. Con respecto al mundo nórdico tenemos hechos también luctuosos; la actividad de los druidas; los cadáveres de las turberas (así, por ejemplo, el hombre de Tollund o el hombre de Lindow) o las historias de crueles penas de muerte como el “hombre de paja” o el águila de sangre (bloðorn). Sobre todo ello hay estudios, cada vez más, y todos tienen en común un mismo aspecto: ofrecer la versión menos sangrienta de los mismos. Es un hecho indudable que el hombre de paja no ha existido nunca, sólo aparece mencionado por Julio César y parece que éste está citando un texto de Posidonio. Así, pues, hay mucha literatura, pero poca realidad detrás. Similar lo que sucede con el bloðorn, probablemente nunca se empleara como método de castigo o tal vez sólo en pocas ocasiones. Así, pues, si podemos analizar el mundo germano con objetividad y dudar de lo que nos han contado las fuentes, ¿por qué no hacer lo mismo con los persas? ¿por qué seguimos creyendo lo que dice Heródoto de ellos? En más de una ocasión he escuchado a gente leída sostener el aserto según el cual de no ser por Leónidas y los 300 espartanos ahora hablaríamos persa. La afirmación es un despropósito. En primer lugar, los persas no querían conquistar Grecia; además, no tenían una infraestructura militar, social y económica para implantar un gobierno aqueménida en Grecia. Como mucho podrían haber colocado gobiernos títeres que, conociendo la historia de los griegos, hubieran sido derrocados en poco tiempo. Segundo: en el siglo VII Persia fue conquistada por los árabes; Hispania fue conquistada en el siglo VIII y ambos territorios acabaron hablando árabe. Por tanto, aquel que piense que ahora hablaríamos persa, podemos decirle que no tenga miedo por ese pasado, pues en el siglo IX ambos territorios hablaban árabe. Así, pues, hay mucho desconocimiento y desinterés hacia Oriente; damos por buenas viejas creencias. Y es ahí donde quiero incidir en mis ensayos, quiero que el lector pierda esa imagen. Los persas (especialmente los sasánidas) tenían una justicia muy rígida; una religión estudiada y documentada; un ejército profesional; una burocracia similar a la romana. Eran “bárbaros”, sí. Pero no eran cuatro caciques sanguinarios que vivían en poblados en mitad del desierto. Eran salvajes y crueles, por supuesto que si, pero como los hunos, los romanos, los sármatas, los germanos, etc. Con respecto a si el papel de los sasánidas en la historia está olvidado, ahora mismo diría que no. O no tanto. Para trabajar sobre los sasánidas hace no muchos años sólo había dos grandes obras de consulta: Rawlinson (1876) y Christensen (1944). No había mucho más. Desde el 2010 a esta parte, tenemos muchos estudios dedicados a este periodo. Tenemos monografías de autores como Farrokh, Wolff, Syvanne, Daryaee, Wisehöfer, Harrel, Hughes, Lenski, etc. Así, pues, en los últimos años estamos viendo un revival de los sasánidas. Vemos un interés mayor por esta dinastía y su importancia. A ellos, con tres obras publicadas sobre los sasánidas, espero contribuir, aunque sea un poquito, para el público español (y también, claro, para quienes me hayan leído The siege of Amida). No obstante, seguimos encontrándonos con teorías muy extendidas, de dudosa verosimilitud, pero de las que debemos dudar. Seguimos leyendo la “historieta” de que Surena mató a Craso vertiéndole oro fundido en la garganta, un relato muy bonito y romántico pero que nos tiene que hacer dudar. También vemos que Shapor, una vez capturado Valeriano, lo usó como escabel y cuando el emperador murió, lo desolló, tiñó su piel de rojo y la colgó de una pared. Cuanto menos, el relato nos obliga a ser cautos. Si pensamos en que esta anécdota la conocemos por Lactancio aún hemos de ser más cautos. Conocemos el trato que los persas daban a los romanos capturados (ahí está el band-e kaisar) y sabemos de nobles armenios que, una vez capturados, fueron torturados (tal vez empalados, desollados o cegados), encarcelados o, directamente ejecutados. Es decir, ese pasaje de vejación y de humillación incluso después de muerto, no se estilaba en el mundo persa. Así, pues, que un historiador de la actualidad asuma estos relatos y los de como ciertos, sin ni tan siquiera, señalar que pueden ser dudosos, es, cuanto menos, sonrojante. Por supuesto que en Persia hubo torturas y muertes escalofriantes, pero no estaban dirigidas a un emperador prisionero. La captura de Valeriano fue algo tan inesperado que incluso Shapor no supo cómo actuar. Es más probable que fuera encarcelado en un remoto palacio hasta su muerte. Esto mismo supuso un fuerte golpe para Roma y comenzaron a difundirse relatos sobre su suerte. Así, pues, nosotros ahora no podemos aceptarlos sin más, cuanto menos hemos de dudar de esas versionas. Así, pues, ahora conocemos mucho mejor la Persia Sasánida que hace un siglo, se le está dando una mayor importancia en la historia y analizamos con más detalle no sólo su historia interior, sino también sus relaciones con Roma (y “Bizancio”) o con los árabes, pero todavía nos dejamos llevar por dar demasiada credibilidad a determinados autores o no dudamos del testimonio que nos han dado sus rivales.


    8: Ahí va una pregunta más personal: ¿De elegir una lectura para un fin de semana tranquilo, elegirías una novela, un ensayo… poesía incluso?

    Pediría tres fines de semana tranquilos para poder leer todo lo que dices. Me gusta la poesía, mucho. Ahora mismo estoy leyendo Hojas de Hierba de Walt Whitman y recomiendo siempre al poeta Nikolai Gumiliov, que me parece una auténtica joya por descubrir (conozco en castellano dos antologías de sus poemas que recomiendo sinceramente). En el instituto leí a Saint-John Perse y quedé maravillado, luego, con los años devoré con fruición Las flores del mal y La tierra baldía. Ahora tengo pendiente los Cantos de Pound, si bien para ello se necesita tiempo y una lectura reposada. En el próximo fin de semana, de tener tiempo, me gustaría leer un ensayo: 1064, Barbastro de Sénac-Laliena sobre la conquista cristiana de dicha ciudad. Otro que tengo pendiente es Mito y Epopeya de Dumezil. Para el siguiente, me pido ya alguna novela. Soy un fan de la novela negra / policíaca (me he leído a Holmes, Maigret, Poirot, padre Brown, Bernie Gunther y me los sigo releyendo). Y tengo pendiente en la lista de lecturas a Jordi Sierra i Fabra y su primera novela del inspector Miquel Mascarell. La última que me he leído es Tres estaciones de Martin Cruz Smith y su protagonista Arkadi Renko. Antes me leí El ladrón de la horca de Bernard Cornwell, un autor maravilloso. Por regla general, de novela negra o histórica leo de todo (menos si está ambientada en Roma, que no suelo leer muchas). Y te pediría un cuarto fin de semana para poder seguir traduciendo a Amiano Marcelino o a Justino o a cualquier otro autor en latín o griego. Menos mal que el fin de semana tiene cuatro fines de semana, así me da tiempo a todo. Si hubiera cinco, dedicaría el quinto a leer el papeleo burocrático del trabajo, lástima.


    9: ¿Cuál es tu siguiente objetivo como escritor? ¿Si ya tienes algo pensado, seguirá el mismo rumbo que las obras previas, centradas mayormente en Roma y Persia?

    Ahora mismo creo que toca frenar un poco. En tres años he publicado cuatro libros y unos veinte artículos. A ello hay que sumar el trabajo y mis traducciones en los ratos libres, por lo que he llevado un ritmo bastante elevado a la hora de publicar. Desde el 2015, año en el que defendí la tesis, ha sido un no parar. No obstante ello, ideas tengo. Con los amigos de HRM hay varios proyectos en mente y todos, a mi juicio, interesantes. Tal vez sea hora de centrar la atención en los Aqueménidas, que son los menos trabajados por mi (al menos en lo concerniente a publicaciones. Aquí en España hemos sacado artículos sobre el reinado de Cambises y sobre los orígenes de los Aqueménidas; a ellos hay que sumar uno sobre la Paz de Antálcidas en Estados Unidos), así, pues, seguramente el próximo proyecto vaya por allí. 




    10: Última y algo más aleatoria pregunta. ¿Qué opinión te merece el auge de los libros electrónicos? ¿Eres más de papel o digital?

    No tengo libro electrónico y no está entre mis planes tener uno. A mi me gusta el libro en papel y si, además, es un libro que considero interesante lo encuaderno en piel. Soy bibliófilo, me gusta perderme por librerías de viejo y curiosear libros antiguos. Tengo muchísimos del siglo XIX, varios del XVIII y dos libros del XVII (con su encuadernación en pergamino original). Teniendo este tipo de libros en casa y encuadernando en piel aquellos que me gustan, te puedes imaginar qué pienso del e-book. Para mí un libro es algo más allá de su contenido, su continente también me parece interesante. No concibo tener mi casa sin las estanterías combadas por el peso de numerosos libros, sin pensar donde puedo meter los nuevos que compro y que no tengo sitio para ellos. Para mí un ritual necesario, es el de poder tener una tarde tranquila, encerrarme en mi biblioteca particular rodeado de libros, mientras leo, ahora mismo Hojas de hierba, con un cigarro – o una pipa meerschaum – y una copa. A día de hoy ese es mi mayor y confesable vicio, claramente también tengo otros planes, otras personas y otros quehaceres, pero eso que te digo es maravilloso y necesario para mi.



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